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Pedir ayuda

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Me gustaría compartir con vosotros hoy la importancia de aprender y practicar el pedir ayuda, como acto de amor propio y de entrega, también, en confianza y vulnerabilidad, a los demás.

Pedir ayuda es un acto tan poderoso que puede salvarnos la vida. Con esto, me estoy refiriendo a cualquiera de los niveles que conforman la vida del ser humano (ayuda física, emocional, mental o espiritual).

Muchas veces, por razones diversas, hemos aprendido internamente que no está bien pedir ayuda, que tenemos que ser fuertes e independientes, sabernos resolver las cosas siempre en solitario, y puede igualmente que hayamos asociado “el pedir ayuda” con “el no ser suficientemente resilientes o autónomos”. Estas ideas actúan como enormes limitaciones en nuestra vida, y en su mayoría, requerirán un ejercicio de desaprendizaje y transformación de información y de creencias.

Somos seres interdependites y sociables, lo cual significa que la dependencia, la mutua necesidad y el apego son connaturales a nuestra esencia común.

Al contrario de lo que hemos aprendido, todos estos conceptos (dependencia, necesidad y apego) son inherentes al ser humano, porque nos necesitamos los unos a los otros para infinidad de aspectos; para empezar, nacemos en este mundo a través de la unión entre dos seres humanos.

Esto quiere decir que la dependencia y el apego, en su estado equilibrado y armónico, son algo necesario y natural en nosotros. Otra cosa son los excesos o polaridades excesivas, las cuales se pueden ajustar y rearmonizar.

¿Con esto, qué quiero decirte? Que hemos aprendido a ser independientes y autónomos (lo cual está muy bien), pero polarizándonos en no reconocer que todos nos necesitamos a todos y que la ayuda es algo corriente y saludable.

¿Qué debilidad es ésa de necesitar al otro en algún aspecto y momento? Si nuestros alimentos fueron cultivados por otras manos, nuestra ropa tejida y nuestra casa construida gracias a otros seres humanos; si nuestro propio cuerpo es la expresión simbólica de la colaboración entre todas las células y órganos, entre cada parte que conforma al todo.

Existen personas que ya atravesaron las situaciones existenciales que nosotros estamos atravesando, y que pueden guiarnos (aunque nunca recorrer nuestro camino por nosotros); otros que conocen y practican durante mucho tiempo el conocimiento y herramientas que recién comenzamos a explorar, etc.

Saber pedir ayuda es sinónimo de una sana autoestima, porque sabes que tu valía personal no depende de abarcar todo tú solo, sino en saber aprender, compartir, delegar y escuchar a otros. Es símbolo de una clara humildad creciente en el corazón, de una naturalidad recuperada y resurgida, y un acto de amor propio al recordar que mereces una calidad de vida y de consciencia expansivas y satisfactorias, y de que mereces todas las herramientas que el universo, abundantemente, pone a tu alcance.

Recuerdo perfectamente la primera vez que escuché esta frase de una querida amiga y excelente psicóloga, cuando le decía a una compañera: “gracias por el regalo de dejarme ayudarte”.

Aquella frase me resonaba en la cabeza una y otra vez, tratando de entender el mensaje profundo que intuía. Y es que, fijaos qué belleza hay en esta frase: No sólo es un regalo para la persona que pide ayuda el dejarse ayudar, sino que permites a otro ser humano el poder compartir y ayudarte en lo que ha aprendido y sabe hacer, pudiendo disfrutar de ese acto de entrega y unión, de ese acto de generosidad.

“Dar y recibir son uno”, fue otra de frases que he ido integrando Y es cierto. Porque permites, al dejarte ayudar, que otros disfruten de entregarte el compartir de sus frutos y andanzas personales, convirtiendo algo que les ayudó a ellos mismos en un ofrecimiento que puede ayudar e inspirar a los otros.

Si te sientes ofuscado/a en una situación existencial/mental/emocional o física y no sabes por dónde tirar, o tienes pensamientos de dudas e inquietudes personales que rumian constantemente tu cabeza, o una situación personal/familiar que te desborda y no sabes cómo gestionar saludablemente, mi recomendación es que te regales el pedir ayuda. Pide ayuda y aprende a dejarte ser, a no saber, a no poder con todo, a soltar el control, y a abrirte vulnerable al mundo.

Estoy segura de que, pese al ilusorio juego de las apariencias, el Universo te está indicando las personas, situaciones y herramientas que pueden ayudarte a gestionar, afrontar o trascender determinada situación.

Hay muchas formas de recibir ayuda, no dejes que el dinero o las circunstancias te condicionen. Puedes encontrar maneras de intercambiar por otras cosas o servicios, conocimientos, energía, tiempo o dedicación, y llegar a acuerdos (si lo que sientes que necesitas son servicios que cuestan dinero y no te llega en el momento. Usa tu ilimitada Creatividad).

Otras formas de ayuda son gratuitas, y suelen estar al alcance más sencillo de todos nosotros (casi al completo, sé que hay situaciones particulares): como hablar con otro ser humano sobre lo que te pasa (un ser querido, un amigo, un profesional), pedir un abrazo, llorar con alguien a quien quieres, desahogarte o pensar junto con una persona que te aprecie, compartir inquietudes y pensamientos con otros que comparten tu situación, buscar asistencia técnica y profesional (si, por ejemplo, no sabes cómo instalar ese programa o cómo entender lo que le ocurre a tu hijo, etc.).

Personalmente, y echando la vista atrás, reconozco que prolongué innecesariamente mucho sufrimiento y confusión, por miedo a pedir ayuda, y por la autoexigencia enmascarada en autonomía, de creer que debía resolver mis asuntos emocionales, mentales y espirituales siempre en soledad.

Pienso entonces: "Ojalá me hubiera permitido a mí misma en ese momento haber pedido ayuda antes, sin necesidad de llegar a puntos extremos o límite". El proceso se acelera, desde mi perspectiva, cuando te atreves a pedir ayuda. Y el sentimiento irremplazable de sentirse acompañado y comprendido merece completamente el salto al vacío.

P.D: Visita los teléfonos de tu país o zona de residencia, por las diferentes situaciones en las que uno puede encontrarse (por ejemplo, hay servicios telefónicos 24h de asistencia para casos de querer suicidarse, maltratos o situaciones familiares violentas, pero también para orientación profesional, grupos locales de apoyo y autoconocimiento, centros en donde se imparten charlas gratuitas y cursos formativos sobre informática, idiomas, emprendimiento, etc.).

No esperes a que algo sea extremo o completamente desbordado para pasar a la acción. El momento es ahora. Pedir ayuda es un acto revolucionario de amor y de consciencia, de humildad y valentía.

Recordando que estamos juntos en esta aventura, muchas gracias por leer hasta aquí. Espero que estas líneas te impulsen a dar el paso o salto para pedir ayuda que estés necesitando.

Un abrazo incondicional,

Zulema.

Comentarios
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Txutxito hace +12 MESES

Poderoso texto que encierra una gran invitación, que no es otra, como de costumbre, que la de reflexionar, decidir y actuar para con uno mismo; y, por ende, para con el resto de seres.

Sin duda, su escritora se muestra denodada a la hora de aventurarse a escribir sobre algo tan metódico como es el pedir ayuda; una vez ello ha sido puesto en común por medio de un ejercicio de introspección. Y, claramente, la artífice del presente es
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