Las excusas como espejos de aprendizaje

Me siento inspirada y con ganas de compartiros lo que he aprendido hasta ahora acerca de las excusas. Voy a proponernos verlas como espejos, ¿vale? Ya que es algo que solemos aplicar con distintos aspectos de nuestra vida, para aprender cada día en ella. Y deciros que, como ejemplo mismo, llevaba varios días queriendo escribir este post, pero al final lo postergaba por excusas variopintas. Vamos allá.

Bien. ¿Qué son las excusas? Todos aquellos argumentos que nos contamos a nosotros mismos (y, a través de los demás, otra vez a nosotros mismos) para evitar hacer o no hacer algo en concreto (p.ej: dejar de fumar, de descuidar mi cabello, de poner límites a esa relación que me lo pide a gritos, de acostarme demasiado tarde, de no lanzarme a ese curso de pintura que llevo 10 años queriendo hacer, etc.).

Y no es porque no nos importe lo suficiente hacer o dejar de hacer tal cosa, sino que, en el fondo, lo que realmente nos ocurre es que tenemos miedo: estamos asustados, o no saber cómo gestionar o realizar algo, o guardamos malas experiencias con algo idéntico o similar...Y lo que pasa es que, no sabemos ni cómo ni por qué, pero un día tras otro, seguimos bloqueados, dando vueltas al mismo redil. A mí también me ha pasado, y me pasa.

Pero he descubierto que se aprende haciendo, y se vive caminando de la mano del miedo, no dejándolo fuera o evitándolo, o "superándolo" (pues difícilmente se supera una de las emociones básicas del ser humano, que le acompañarán mientras, al menos y por lo que yo sé, siga teniendo cuerpo).

ASÍ QUE, VAMOS A COGER ESAS RIENDAS DE NUESTRA VIDA Y A ESCUCHAR PROFUNDAMENTE A NUESTRAS EXCUSAS:

¿Qué nos dicen exactamente?

¿De qué nos intentan proteger?

¿Qué miedos nos revelan/esconden?

¿Qué aprendizajes encubiertos nos aguardan atravesándolas?

¿Cuál puede ser el posible origen de cada una de ellas?

Las excusas bien pueden asociarse culturalmente con la pereza, con la falta de motivación o con vaguedad en la actitud propia. Y sí, superficialmente, desde mi punto de vista, pueden asociarse a eso. Pero seamos sinceros, ¿qué hay debajo de la piedra de la pereza? ¿Y qué se esconde bajo la desilusión o vaguedad o flaqueza o desesperanza? El M I E D O, señoras y señores.

Pero, como vivimos tan desconectados de nuestras emociones (hablo en general, ya sabemos que hay excepciones), ni siquiera reconocemos que tenemos un miedo profundo a tal o cual cosa, y nos creemos que simplemente no hacemos algo "porque sí", "porque fíjate tú que no sé cómo ni por qué no avanzo", "porque...(excusas)". Y las excusas están bien, son parte de la experiencia humana, y como tales, tienen su hermosa y frescura propias, pero...¿de verdad nos queremos quedar ahí? ¿O nos apetece profundizar más por hoy?

Mi experiencia observándome a mí misma (que soy mi experiencia primera y más cercana), junto con el observar a los seres queridos que me rodean, me llevan a la conclusión de que, la mayoría de las veces, guardamos programas inconscientes invalidantes de muchas acciones: p.ej, programas de desvalorización (pues pudimos aprender en nuestra infancia, p.ej, que ciertas conductas, como poner límites o expresar la rabia, o ser gracioso o hacer arte no estaban bien vistos por nuestro entorno más cercano, y grabamos aquella experiencia como una prohibición inconsciente para poder seguir pertenecientes al clan o al grupo, ect.).

Otras veces, como hemos aprendido a querer tenerlo todo bajo control (o al menos, mis queridos compañeros de abundantum, de ahí vengo yo), nos da miedo atrevernos a hacer cosas que nos sacan de nuestra zona de confort, o que tan solo la amplían, porque sabemos perceptiva o intuitivamente que cualquier mínimo cambio tomado en consciencia, cualquier paso profundamente dado, hace que se recoloquen otras partes de nuestra vida, o nos abra el camino a los siguientes pasos. Y eso nos llevaría a asumir que hay cambios importantes en nuestra vida que llevar a cabo (internos o externos), y eso nos asusta. Cuando, en realidad, y paradójicamente a nuestros sistemas de creencias mentales, la vida es permanente cambio e incertidumbre, que es creación y creatividad en estado puro, en verdad.

Entonces, mi propuesta es invitarte a que puedas hacer el ejercicio de observar profundamente tus excusas y, en ese momento en que las identifiques, o empieces a identificarlas (recordemos que cada pasito pequeñito vale incalculablemente), te pares y sientas qué te intenta transmitir esa excusa y de qué miedos subyacentes te está hablando. Trata de escuchar a tu cuerpo con la ternura y la comprensión con la que él mismo te da las señales que cree pertinentes.

No creas que es algo malo tener excusas o miedos, igual que tener sombra por ser humano, o "asuntos" varios para reequilibrar internamente, porque precisamente para eso estamos aquí, para experimentar todas estas cosas terrenales y hermosamente humanas (ya que tu Ser, en esencia, está completo y perfecto, y no le falta de nada ni tiene nada "que mejorar"). Recuerda que podemos vivir estos retos o desafíos con ternura y con juego, y que eso desarrolla nuestras inteligencias intuitiva y emocional.

Y para clarificar más el tema con un ejemplo, vamos a analizar uno con detalle: Si me da miedo hablar en público, pero quiero apuntarme a ese curso de 9 meses en el que se va a compartir en grupo un montón de experiencias y aprendizajes (p.ej, de inteligencia emocional, de cocina o de permacultura en la montaña), puedo ponerme la excusa de que "me da vergüeza" y de "que voy a hacer el ridículo", o más camuflado aún (precisamente, porque proyectado) de que "no me van a aceptar" o se "van a reír de mí". Cuando, en realidad, nuestro miedo-programa inconsciente bloqueante más profundo es no sentirnos dignos de ser amados por ser tal y como somos (y tenemos miedo de no pertenecer a la "manada" humana, si nos mostramos tan auténticamente como realmente somos; así que, aprendimos a fingir y a taparnos con nuestra fachada).

Fijaos que, tomando consciencia de este miedo-raíz y/o programa invalidante, ahí precisamente encontramos nuestra semilla de sanación, y uno de nuestros dones (inmediatos, en cuanto pongamos en marcha y maduremos el proceso de atenderlo conscientemente), está precisamente en nuestro miedo más profundo. Cuando atravesamos esa experiencia incómoda o dolorosa "en el pasado" (pues, en realidad, en donde siempre nos duele es en el "aquí y ahora", hasta que nos deja de doler "igualmente aquí y ahora"), estamos preparados para poder entregar ese regalo del miedo al mundo y conectar y compartir acompañando a quienes tengan ese miedo a nuestro alrededor (siempre que nos pidan ayuda y de la manera más respetuosa y no intrusiva posible).

Así podría decirse de miles de ejemplos más. Pero no quería enrollarme demasiado con el post hoy. Me gustaría escucharos a vosotros, y a vuestras ideas acerca de esta temática tan apasionante. Pues, al final, yo estoy transitando este camino interior, al igual que todos mis compañeros humanos, animales, vegetales, minerales, etc.

Y con esto y un bizcocho...mi propuesta es que, mañana, a partir de las ocho, empecemos a ver a las excusas que nos ponemos a nosotros mismos como las señales de aprendizaje siguientes que nos está indicando la vida, como las piedras angulares de nuestros miedos profundos, y como los hitos del camino que nos harán ampliar, no sólo nuestra zona de confort, sino también nuestra zona de (auto)conocimiento.

Espero de corazón que te haya servido este post, y te veo por los comentarios. Te doy las gracias por estar aquí...y a seguir en la aventura de vernos reflejados en cada espejo del camino, incluidos...los espejos de las excusas.

Un abrazo,

Zulema.

P.D: Como estoy aprendiendo a compartirme auténticamente, esta foto también la tomé yo paseando por el campo.