La escritura automática como espejo del autoconocimiento

Cada vez más creciente, florece en nuestra sociedad la inquietud espiritual de autoconocernos, de comprender-nos y de atender a quiénes somos. Hay infinidad de herramientas que estamos re-descubriendo, y otras, van creándose en los últimos tiempos. Hoy te traigo una herramienta magnífica para tu autoconocimiento y auto-observación: la escritura automática. Vamos allá.

¿Qué es? La escritura automática es un tipo de escritura consistente en plasmar, desde el primer momento en que cogemos lápiz y papel, o posamos nuestros dedos en el teclado de nuestro ordenador, todos y cada uno de los pensamientos que pasen por nuestra mente. Así, este proceso de escritura supone dejar fluir todos los pensamientos que afloren a nuestra mente, sin corregirlos, suprimirlos ni editarlos por cuestiones de autocrítica, moralidad, timidez, vergüenza o miedo.

Se basa en una herramienta muy potente para conectar profundamente con nuestro inconsciente, ya que, literalmente, dejamos que se exprese a borbotes a través de los pensamientos que vamos dejando fluir en el papel.

A través de la escritura automática, podemos trabajar infinidad de aspectos vitales para nuestro autoconocimiento:

1. El acto de amor hacia nosotros mismos de permitirnos expresarnos sin ningún tipo de coerción o limitación, dejando fluir nuestros pensamientos en el papel, validando lo que quiera que sintamos y pensemos en el momento. Esto, dándonos cuenta, supone cultivar un espacio de autocuidado (para nuestra salud mental) y de autorespeto (para nuestra salud emocional), muy necesarios para disfrutar de una relación sana con nosotros mismos.
2. Permitirnos identificar nuestros pensamientos y patrones de pensamiento más inconscientes. Quizás, salgan patrones, creencias y pensamientos que teníamos ocultos para nosotros mismos, sea por miedo, vergüenza, desconocimiento, etc. Y el conocer nuestra información oculta, nos da el poder de elección de qué hacer con ella. Por tanto, Identificación más profunda y aguda de nuestro mundo mental y de nuestras principales creencias.
3. Una vez identificados, nos permite soltar o expresar hacia afuera todo ese barullo mental que estaba contenido dentro, suponiendo un desahogo terapéutico demostrado en múltiples estudios psicológicos y ramas de la psicología, además de por distintos tipos de terapias.
4. Al contemplarlos e identificarlos, podemos OBSERVAR que son los MISMOS PROBLEMAS O PREOCUPACIONES/CREENCIAS las que andan dando vueltas por nuestra mente siempre -> lo cual nos permite ser conscientes de cuáles son nuestras heridas y cuestiones personales a atender y a trabajar, para avanzar en nuestro camino de auto-liberación interior.
5. Liberar el bloqueo de la comunicación desde un primer nivel. Esto es, si eres una persona que se encuentra en un momento de tu vida en el que sientes que te cuesta expresarte, este ejercicio puede ser un primer paso muy importante para crear el hábito de la expresión consciente en tu vida.
6. Comenzar o continuar el día (depende del momento en que lo hagas) estando más despejados y descargados a nivel mental, teniendo mayor claridad y paz en el mundo de los pensamientos.

Muchas terapias, cursos, libros, autores, etc., sugieren hacer de esta escritura no sólo una acción eventual, es decir, que realizas muy de vez en cuando, especialmente, cuando peor te encuentras y no sabes a qué recurrir. Al contrario de este enfoque, se ha demostrado y se recomienda altamente que sea un ejercicio de hábito diario, preferentemente, la primera acción que hagamos o segunda (hay quienes prefieren meditar o beber agua primero) nada más levantarnos de la cama.

Esta propuesta de ser el primer ejercicio cotidiano de nuestro día no es casualidad, sino que cuenta con un argumento científico de mucho peso. Recién despiertos, venimos de estar trabajando con nuestro mundo inconsciente durante el sueño, de manera que, el rato de después de despertarse, supone una conexión aún más directa con este mundo inconsciente. Tengamos en cuenta que, mientras dormimos, se activan zonas de nuestro cerebro que no suelen estar tan activas mientras estamos despiertos. Cuando nos levantamos, podemos seguir teniendo estas zonas aún bastante activas, y utilizar este momento primero del día como puente entre nuestro mundo consciente e inconsciente.

La escritura automática es un medio terapéutico que te sirve de espejo para autoconocer tus pensamientos, tus patrones de pensamiento, tus inquietudes y anhelos más profundos, igual que tus más oscuros temores. Y sólo con ponerlos delante de ti, en el papel, ya tienes mayor perspectiva: porque ya no sólo están dentro de tu cabeza, sino también fuera de ella. Eso te aporta una visión más ampliada de esos pensamientos, y la oportunidad, al contemplarlos, de aprender de ellos y de sus mensajes.

Conociendo nuestras sombras y aspectos más reprimidos a través de esta escritura automática, ponemos luz de consciencia en todo ello. Igual que alumbramos los anhelos y deseos del alma que estaban enterrados, quizá desde hace demasiado tiempo, y que pueden volver a traernos la chispa de ilusión para aportar a este mundo creando aquello que nos conmueve y nos hace saltar de alegría por dentro.

Te invito profundamente a que lo pruebes y verifiques desde tu experiencia. Yo ya lo he probado por más de 1 año, y los auto-descubrimientos y el auto-cuidado que ha traido a mi vida este hábito matutino, me ha supuesto un salto cuántico en mi camino espiritual.

Por supuesto, puedes hacerlo eventual o cotidianamente, por el día o por la noche, y en la forma en que tú mejor consideres. Lo importante es que sea un fluir completo, sin edición, sin censura, sin elección de qué pensamientos se quedan y cuáles silencias o acallas ante el papel que esta ante ti. Es un ejercicio que haces en soledad, para ti mismo, y no tienes que enseñárselo a nadie. Por ello, mi invitación es: practícalo todo lo que puedas.

Y si te ha gustado esta idea, te recomiendo visitar el libro El camino del artista (de Julia Cameron) que, entre otros ejercicios muy variados, también propone esta rutina de escritura automática, en este caso, por las mañanas, recién levantados, bajo el nombre de: Páginas matutinas.

Un abrazo de papel y tinta de pensamientos fluyentes,

Zulema.