Los baños de bosque

 Los baños de bosque son la traducción de la expresión japonesa Shinrin Yoku, que significa literalmente: <>. Vamos a ver en qué consiste.

Es una práctica milenaria, consistente en estar el tiempo que se pueda y quiera dentro de un bosque. Incluye también a los campos, montes y demás espacios naturales y abiertos. Así de simple y de sencillo.

Consiste en apreciar y en cultivar la presencia de la Naturaleza en nuestra vida. No hay tiempo determinado para realizar esta práctica, pero cuanto más la realices, antes se refuerza tu conexión con ella, que es -también- la conexión contigo mismo. Hay quienes hacen estos baños de naturaleza de forma ocasional; otros, una o dos veces a la semana; y hay quienes intentan practicarla un poquito cada día. Lo importante es recordar su sencillez y pureza: no hay nada concreto que hacer. Sólo estar en el bosque o campo, y disfrutar de simplemente estar allí.

Por supuesto, encontrarás miles de ejercicios propuestos en la red, como: caminar, meditar, cantar, leer, abrazar árboles, escuchar los sonidos que haya, etc. Pero lo relevante es que sencillamente estés atento y presente. El resto de la magia se hace por sí sola.

Parte de contemplar a la Naturaleza y a la estancia en ella como una fuente de reconexión y de sanación para cada ser vivo, ya que es nuestro hábitat originario. Se encuentra al alcance de todos, completamente abundante, abierta y generosa. Muchos llaman a esta práctica: “la solución natural de la vida moderna y del estrés diario”.

Se basa en la fuerza medicinal que aporta al ser humano para todos sus múltiples niveles: físico, mental, emocional, energético y espiritual. Veremos en profundidad sus incontables beneficios en el segundo post de esta temática: “Beneficios de los baños de bosque”.

Y aunque la mayoría de autores y estudios culturales atribuyan este concepto al ámbito japonés, especialmente a un programa social de salud del año 1982 (que consistía en utilizar esta práctica como medio para reducir el estrés de la población), lo cierto es que esta consideración de la Naturaleza como el origen de nuestra conexión y salud ha existido desde el principio de los tiempos, y reflejada -en modos diferentes – en cada cultura del planeta Tierra.

Te animo especialmente a probarla, y no sólo ocasionalmente, ¡sino todo lo que puedas! Incluso, si puedes un poquito cada día o varios a la semana, mucho mejor. Hacer un hábito de esta reconexión con la Naturaleza puede, muy sutil y profundamente, cambiar nuestra calidad y percepción de la vida.

Si sientes que vives en la ciudad o en un lugar alejado de ella, hay muchas ideas que pueden hacerte sentir más conectado a la Naturaleza (y que veremos en los próximos post), pero te animo a que inviertas el tiempo y energía necesarios para ir al bosque más cercano o que más te resuene por dentro. Una vez estés allí, quizá descubras que acabas de hacerte a ti mismo uno de los mejores regalos posibles.

Te abrazo con la fuerza y sutileza de los bosques, con el canto de los pájaros y con el murmullo del agua que fluye por nuestro Ser.

Zulema.