¿Por qué a mi hijo/a le sienta mal todo lo que le digo?

Muchas veces sólo vemos una parte de la realidad de lo que está pasando. Nos quedamos pegados a los hechos, a las palabras, a las reacciones y no vemos la estructura o dinámica que hay detrás.

Si es algo que te suele pasar repetidas veces, seguramente no le siente mal lo que le dices en si (contenido) porque cada vez será una cosa distinta, sino el qué implica que le digas eso, los mensajes que se interpretan de ello.



Normalmente los padres y madres queremos lo mejor para nuestros/as hijos/as, queremos que estén atentos a la vida, que sean responsables, que tomen buenas decisiones, que sean buenas personas, etc., y hacemos todo lo que sabemos y podemos para ello.

Pero a veces, con nuestra forma de relacionarnos con ellos, con nuestros miedos y opiniones les enviamos mensajes que les hacen daño. Quizá les subestimamos, les empujamos sin preguntarles, les exigimos ser iguales que nosotros, les presionamos para que tomen ciertas decisiones, no les dejamos el espacio para que experimenten por si mismos las decisiones que toman en sus vidas por miedo a que sufran, y pueden vivir todo esto como una invasión, como una falta de confianza en ellos y como una no aceptación de su manera de ser.

También,, cuando nos centramos en las "cosas y hechos" solemos descuidar "los sentimientos" y esto es algo que siempre afecta. No solemos preguntar ¿cómo te sientes con la decisíón que has tomado?, directamente decimos: me parece bien o no, mostrando más una actitud de "jueces" que no de "apoyo".

La mayoría de veces, cuando nos comunicamos, lo que queremos es: sentirnos escuchados, respetados, valorados, que lo que decimos no es una tontería, que es importante para nosotros, y tener derecho a sentir lo que sentimos aunque otros no lo vean de la misma manera.

Sería interesante, que puedas hablar con tu hijo/a sobre esto que os está pasando, porque seguramente el/ella también sufra con vuestra relación aunque no lo diga o reconozca. Una conversación donde podáis expresaros con respeto, honestidad, cariño y desde el corazón, sin chantajes emocionales, ni culpas, ni juicios, una conversación donde realmente podáis expresar cuál es vuestro dolor y sufrimiento y donde podáis llegar a acuerdos sobre lo que necesitais cada uno para cuidar vuestra relación.