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¿Qué es un ataque o crisis de ansiedad?

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Un ataque o crisis de ansiedad es una respuesta intensa del cuerpo y la mente ante una sensación de peligro o amenaza, incluso cuando esa amenaza no es real o no está presente. Durante una crisis de ansiedad, el cuerpo entra en un estado de alerta máxima, lo que activa una serie de reacciones físicas y emocionales que pueden ser muy abrumadoras. Por ejemplo, es común que durante un ataque de ansiedad la persona sienta que su corazón late muy rápido o fuerte, como si estuviera teniendo un problema cardíaco, aunque no lo esté. Además, la respiración puede volverse superficial o acelerada, lo que a menudo lleva a una sensación de falta de aire, como si no se pudiera respirar bien, lo que genera más miedo.

Uno de los aspectos más desconcertantes de una crisis de ansiedad es que los síntomas físicos se sienten muy reales, y esto puede llevar a pensar que algo grave está ocurriendo, como un ataque al corazón o que se va a perder el control. En esos momentos, la mente se llena de pensamientos catastróficos: puede haber una sensación de miedo intenso a morir, a desmayarse, a volverse loco o a perder el control del cuerpo. Esta intensidad emocional es lo que hace que la crisis de ansiedad se sienta tan aterradora.

Además de los síntomas físicos como mareos, sudoración excesiva, temblores o náuseas, muchas personas sienten una sensación de irrealidad, como si lo que estuviera sucediendo no fuera completamente real, o como si estuvieran desconectadas de su propio cuerpo. Este síntoma, llamado despersonalización o desrealización, puede aumentar la sensación de pánico y hacer que la persona se sienta aún más perdida o fuera de control.

Es importante entender que una crisis de ansiedad, aunque se siente extremadamente amenazante, no es peligrosa en sí misma. El cuerpo está respondiendo como lo haría ante una amenaza real, pero lo que pasa es que el sistema de alerta se ha activado en un momento en el que no hay un peligro inmediato. Por ejemplo, una persona puede experimentar un ataque de ansiedad antes de una entrevista de trabajo, cuando su mente está anticipando todas las posibles dificultades que podrían surgir. Aunque no hay un peligro físico en ese momento, el cuerpo y la mente interpretan la situación como una amenaza, activando una respuesta de emergencia.

Otro ejemplo común es cuando alguien siente una crisis de ansiedad mientras está en un lugar público, como en un supermercado o en el transporte público, y de repente se siente atrapado o sin salida. El miedo a no poder escapar o encontrar ayuda en ese momento intensifica los síntomas, lo que lleva a una sensación de pánico aún mayor. Aunque en realidad no haya un peligro real, el cuerpo actúa como si estuviera en una situación de vida o muerte.

Las crisis de ansiedad suelen durar entre unos minutos y media hora, aunque para quien las experimenta puede parecer una eternidad. Después de la crisis, es común sentirse agotado o emocionalmente drenado, ya que el cuerpo ha pasado por un estado de activación máxima. Lo importante a recordar es que aunque la experiencia es intensa y aterradora, no es una señal de que algo malo va a suceder, y, con el tiempo y las herramientas adecuadas, se pueden manejar y prevenir mejor.

Si sientes que has experimentado algo similar, es una señal de que tu cuerpo y mente están reaccionando de manera excesiva a ciertos estímulos o situaciones, y es posible aprender a reconocer esos momentos para manejarlos mejor. Hablar con alguien de confianza o con un profesional puede ayudarte a entender las causas de esas crisis y a encontrar maneras de reducir su intensidad o prevenirlas en el futuro. Lo importante es no dejarse llevar por el miedo que generan, porque, aunque son muy incómodas, no te harán daño.

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