Isra Bravo
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Sobre mí
Ese de ahí arriba soy yo y aunque no lo parezca estoy durmiendo. Y además tuve un sueño del que luego te hablaré.
Pero antes te debo contar que no puedo venir aquí diciendo que mi misión/visión en la vida es cambiar el mundo, que tengo unos valores que hacen llorar de emoción a la primavera y que tengo 30 carreras con 300 años de conocimiento acumulado.
No puedo.
No lo veo serio.
Soy copywriter y me dedico a escribir para que la gente lea y compre.
Ese es mi trabajo.
¿Suficiente? ¿Insuficiente?
Ni idea. Depende de lo que busques.
Lo de cambiar el mundo y emocionar a la primavera… la verdad es que no me lo he planteado. No te voy a engañar.
¿Por qué te cuento esto?
Porque tengo una niña pequeña.
Tan pequeña que todavía conserva los dientes de leche y la duermo cada noche mientras le cuento un montón de buenas historias.
A los diez minutos de nacer la pusieron en mis brazos y empezamos a hablar.
Le conté lo orgulloso que estaba de ella y de su mamá. También cuando recorrí la costa irlandesa haciendo autostop y tenía una Guinness en cada puerto.
Una enfermera me miraba como si estuviera loco pero eso no me importó lo más mínimo.
Tenía a mi pequeña en brazos y éramos inmortales.
Bueno, pues en mi sueño estaba yo en el salón y mi pequeña me gritaba…
—¡Barbasexy (es así como me llama a veces y como me llamó en el sueño) estoy embarazada!
Eso sí que fue terrorífico.
No entré en pánico por unos zombies de ojos amarillos y brazos alzados avanzando de manera torpe pero decidida en busca de mi cabeza. NO.
Ni por unos vampiros escondidos tras las cortinas dispuestos a beberse mi sangre. Tampoco.
No, nada de eso, entré en pánico por ¡la vida!
Lo que me hizo levantarme con el corazón dando cabezazos contra mi pecho fue la vida.
Así que allí estábamos mi barba sexy y yo muertos de miedo porque nuestra pequeña dejara de ser pequeña.
De golpe.
Sin poder asimilarlo.
Sin tiempo para entender nada.
Sin acumular recuerdos, sin más noches de Reyes Magos ni cumpleaños con piñatas.
Todo se había esfumado con un grito desde el baño. ¡Barbasexy… estoy embarazada…!
Poco a poco fui recuperando el aliento y ordenando mi cabeza.
No me preocupa el paso del tiempo. Pasa y ya está. Mi pequeña, aunque siempre lo será para mí, dejará de serlo y tendré que aceptarlo.
La angustia era que pasara de golpe y sin vivirlo. Yo solo quiero vivir. Nada más. Y no hay vivencia más intensa que un hijo. Ni se le parece.
Nuestra única herencia son nuestros hijos.
Y acabo.
Dicen que en esta sección debes hablar del problema que solucionas. Y conectar.
Pues vale.
Entonces debería contarte aquí que conmigo venderás más. Que un buen trabajo de copywriting, uno bueno de verdad, cambia la vida de cualquier negocio.
Pero lo debo hacer sutil, sin darme importancia. Que no parezca que te quiero vender nada. Que vender es malísimo y espanta a todo el mundo.
El protagonismo debe ser para el lector, o sea, para ti.
Vamos, que tengo que llevarte al nirvana. Hipnotizarte. Persuadirte.
Luego lo que debo hacer es contar una buena historia, a poder ser personal. Los bilingües lo llaman storytelling.
Yo superé un resfriado en el 94. Desde entonces soy mucho más fuerte. Y libre.
Espero que ya te estés identificando conmigo.
Con estas cosas conectas con tu audiencia. Y confían en ti. Tú ya debes estar confiando mucho en mí. O deberías.
Y por último tienes que incluir una call to action, vamos, una llamada a la acción.
Que se suscriban, te compren o lo que sea. Pero que hagan algo, que leer es gratis y no vives del aire.
¿Todo bien?
Te lo resumo:
Soy copywriter. En eso molo.
En otras cosas no molo.
Tengo sueños y pesadillas.
Me gusta la lluvia, abrazar a Sofía y que mi pequeña me interrumpa en mi despacho para regalarme uno de sus dibujos llenos de nubes, árboles y corazones.
También me gusta vivir. Sin más.
Si a ti te gusta vivir y además aprender copywriting para que tu cliente también lea y compre deberías suscribirte. Es gratis.
Con mis suscriptores me comunico por mail y les cuento cosas. ¿Qué no te gusta? Pues te das de baja, que también es gratis.
Y sigues viviendo.